domingo, 24 de abril de 2011

COMO EN CASA NO SE ESTÁ EN NINGUNA PARTE.....



El cielo gris amenazante y la comodidad de los montes cercanos me hacen plantar el coche en cerrado calderón, una zona de urbanismo privilegiado, casas que miran al Mar y a un paso del Monte, ladrillo que comió monte.



Arrancada con un palmetazo al glúteo, se me abre la humedad de estos días. El terreno esta amortiguado por el líquido tragado. Nadie por aquí, nadie por allá. Solo suena la huella que voy haciendo y las piedras que arrastro en las bajadas. Puntera nerviosa en las rampas que cambia de grado. Mano a las rodillas en los grados imposibles y de terreno suelto, mas vale adaptarse que perder la batalla antes de elegir donde caer.

Llego a la Venta del Mirador,mirada alrededor, la Bahía a mis pies, vuelvo sobre mis pasos hasta llegar al Arroyo Jabonero.

Aquí dudo unos segundos que piedras pisar para cruzarlo, baja lleno. Atravieso del tirón, que mas da, después bolas de periódico a las zapas y ni gota.

Algo de pista para seguir por una subida de vértigo por la que voy arañando con las punteras y dibujando lo que me espera con el braceo nervioso. Crujir de piedras en la pisada, respiración honda y ronca, bocanadas para engañar la fatiga. El terreno agarra como suele agarrar en estos días mojados, se agradece en las bajadas, confianza en la técnica y menos dolor en el cuerpo por su húmeda ternura.

Llego a la cruz de San Antón, chispea. El techo se cubre negro pero, es solo agua lo que puede caer, si cayeran piedras sería peor.  Sigo por la senda de detrás del San Antón. Pequeños "va y venes" bien decorados por los colores de estos días, la senda tiene roderas del agua, trampas para los tobillos. Barro, piedras que miran orgullosas a mis punteras deseando hacer su labor, cuelgan los arbustos con sus puas en la vereda, van dejando pequeños cortes en la piel.

Bajada  al Arroyo Jabonero por un senda de vertigo, inclinada y suelta, pero el terreno me da la mano y me ayuda, me empuja, mas y mas, hoy agarra como nunca, soy uno mas. Levanto la cabeza, en el monte enfrente alguien haciendo ruido y tirando de puño. Cruzó el puente y oxigeno las patas con unos metros de pista antes de volver a cambiar la zancada.

 Termino con una vereda entre olivos, voy haciendo caco, mis fuerzas, la erosión del terreno y su desnivel no se ponen de acuerdo, hay que adaptarse. Al asomar un pastor alemás me recibe, solo quiere juego, yo le enseño el cañete:-aquí, aquí, muerde aquí que e donde mas carne tengo-, los dueños pasean con un bebé en brazos, nos reímos.

1h49´    19´8km   D+1029m.  D-1033m.    157/176

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